Valor social y económico de la ganadería extensiva / Alberto Bernués

oye-closed - 02 Oct, 2018

Alberto Bernués
Unidad de Producción y Sanidad Animal
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

El concepto de Servicios de los Ecosistemas fue formalmente establecido por la “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio”, programa internacional convocado en 2000 por la Secretaría General de las Naciones Unidas, y se refiere genéricamente a todos beneficios que los humanos obtenemos de la naturaleza. Éstos se clasifican en 4 tipos: de aprovisionamiento (suministro de alimentos, materiales, energía, etc.); de regulación (procesos biofísicos que proporcionan beneficios como la regulación del clima o la purificación del agua); de apoyo (procesos básicos para la producción de todos los demás servicios, ej. ciclo de nutrientes o fotosíntesis); y servicios culturales (recreativos, estéticos, espirituales, educativos, etc.).

Imagen 1

Actualmente, existe un gran debate académico e interés político en la valoración de los ecosistemas y los servicios que generan. El marco conceptual de los servicios de los ecosistemas se embebe en el más amplio de sostenibilidad, y como éste implica aspectos ambientales, sociales y económicos. Por ello, además de la cuantificación biofísica necesaria para conocer la condición real de los ecosistemas y garantizar su integridad, el estudio de los servicios de los ecosistemas requiere de marcos analíticos capaces de revelar sus diversas dimensiones o valores. La valoración socio-cultural permite desvelar la importancia que los servicios de los ecosistemas tienen para la ciudadanía, identificando percepciones diversas entre actores con diferentes intereses, experiencias y conocimiento. Los métodos deliberativos se utilizan para conocer las motivaciones sociales en conservación, incorporando importantes servicios culturales y valores no materiales en el diseño de políticas y la toma de decisiones. Por otro lado, la valoración económica es altamente controvertida. Los bienes no materiales son inconmensurables para muchas personas, y por tanto la valoración económica de la naturaleza es considerada como un instrumento hacia su monetización o mercantilización. Otras personas tienen una visión más pragmática y defienden la valoración económica como una herramienta hacia el cambio, pues permite evidenciar la “invisibilidad económica” de los flujos naturales hacia la economía. Esta invisibilidad contribuye a la degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad, y por tanto, una toma de decisiones con racionalidad económica puede resultar en beneficios substanciales para la sociedad.

En todo caso, como en cualquier herramienta o método de análisis, lo más importante es el propósito de la valoración. Hoy por hoy predominan las perspectivas biofísicas y económicas, y como consecuencia los resultados tienden a ser parciales y reflejar los intereses de los actores beneficiarios, o pueden estar sesgados hacia la información procedente de los mercados. Por ello, se recomienda el uso de una combinación de métodos de valoración y disciplinas, incluyendo las ciencias naturales y sociales.

La ganadería y agricultura de montaña Mediterránea es multifuncional

Las montañas constituyen el eje vertebral en la provisión de servicios de los ecosistemas esenciales en Europa. Las montañas Euro-Mediterráneas tienen una larga historia de co-evolución con la actividad humana, por lo que pueden considerarse como agro-ecosistemas (mayoritariamente sistemas agro-silvo-pastorales). Determinadas prácticas agrarias son esenciales para mantener la biodiversidad, el paisaje cultural o la protección contra determinados riegos naturales como los incendios forestales. Así pues, además de producir bienes privados como madera, alimentos o fibras, producen un amplio rango de bienes o servicios públicos.

Sin embargo, la agricultura de montaña ha sufrido una notable recesión en muchas regiones Europeas en las últimas décadas. Esta recesión ha originado cambios en la intensidad y los tipos de uso de la tierra, entre los que cabe destacar la intensificación de los sistemas de producción, la reducción del pastoreo y el abandono de las zonas de pasto más remotas o marginales. Como consecuencia, se observa un proceso generalizado de pérdida de biodiversidad y de paisaje cultural, ampliamente documentado en la bibliografía.

El Parque de la Sierra y Cañones de Guara en Huesca es un claro exponente de este proceso en el ámbito Euro-Mediterráneo. Aproximadamente el 50% de la superficie del parque está cubierta por pastos arbustivos y forestales de gestión privada y comunal, que utiliza mayoritariamente el ganado ovino. También existen algunos cultivos permanentes (olivo y almendro) y de cereal, por lo que muchas explotaciones son mixtas (ganadería y agricultura). El Parque constituye una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y contiene tres Lugares de Interés Comunitario (LIC). Originalmente creado para proteger a las aves carroñeras, en gran medida dependientes de la ganadería extensiva, el Parque atrae muchos visitantes debido a su riqueza geológica (cañones, grutas, etc.) y su patrimonio cultural (arte prehistórico y megalítico, edificios y núcleos singulares, etc) y natural (diversidad de paisajes naturales y culturales, diversidad de especies de flora y fauna, etc).

En paisajes altamente multifuncionales como éste, el debate actual enfatiza la necesidad de orientar las políticas agrarias y agroambientales hacia el suministro de bienes y servicios públicos. Los esfuerzos para cuantificar el efecto de las prácticas agrarias tradicionales sobre el medio ambiente y para obtener indicadores agro-ambientales relevantes para el diseño de políticas han aumentado en los últimos años. Sin embargo, son muy escasos los trabajos científicos que consideran conjuntamente todos los servicios que los agro-ecosistemas de montaña aportan a la sociedad y que los cuantifican desde diferentes puntos de vista, por ejemplo socio-cultural y económico.

Valores de la ganadería y la agricultura en el Parque de la Sierra y Cañones de Guara en Huesca

Investigadores del CITA de Aragón, la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida, la Universidad de Wageningen (Holanda) han cuantificado las funciones ambientales de los agro-ecosistemas Mediterráneos de montaña. Un trabajo de investigación multidisciplinar ha permitido medir el valor socio-cultural y económico de los múltiples “servicios de los ecosistemas” derivados de la ganadería extensiva ligada al pastoreo.

Por un lado, mediante métodos participativos (discusiones de grupo con ganaderos y con ciudadanos ajenos a la actividad agraria) se han identificado las funciones sociales más valoradas de los sistemas ganaderos de montaña basados en el pastoreo (ver imagen 1). Algunos servicios ambientales, en particular el valor estético y recreativo del paisaje agrario de montaña, el mantenimiento de la biodiversidad y la prevención de incendios forestales fueron los aspectos más destacados. La producción de alimentos de calidad ligados al territorio fue también muy valorada. Si bien hubo alguna discrepancia entre los ganaderos y el resto de ciudadanos en función de sus intereses y objetivos particulares, en general predominó el acuerdo a la hora de valorar socio-culturalmente los servicios de los ecosistemas proporcionados por la ganadería de montaña.

Imagen 2

En una segunda fase, los investigadores diseñaron una encuesta en la que se presentaban diversos escenarios de evolución para la ganadería y agricultura de montaña (escenario actual, escenario de abandono, y escenario de desarrollo sostenible) (ver imagen 2). La encuesta fue aplicada a la población local (habitantes del Parque y sus alrededores) y a la población general (en Aragón). Un método matemático basado en “modelos de elección” permitió obtener un ranking de importancia a los servicios de los ecosistemas antes mencionados, así como la disponibilidad a pagar de la ciudadanía por disfrutar de dichos servicios. La prevención de incendios forestales supuso un 50% de la disponibilidad a pagar por parte de la población general, seguida en importancia por la producción de alimentos de calidad diferenciada (20%), la biodiversidad (20%) y el paisaje agrario (10%). Por su parte, la población local asignó más importancia al paisaje agrario (25%) que a la biodiversidad (10%).

Imagen 3

Pudo calcularse el llamado “Valor Económico Total” de los agro-ecosistemas de montaña que ascendió a 120€ por persona y año, cuantía 3 veces superior al coste actual de las medidas agro-ambientales de la Política Agraria Común de la Unión Europea (ver imagen 3). Los investigadores concluyen que es necesario reorientar las políticas agro-ambientales hacia el pago por la provisión de bienes públicos. Para ello, hay que definir mejor los objetivos de las políticas, identificar y medir los indicadores ambientales más adecuados, y finalmente establecer programas de seguimiento de los efectos conseguidos con dichas políticas. De esta manera, el denominado “verdeo” de la PAC permitiría responder a las demandas sociales por una agricultura más justa y sostenible, tanto para productores como consumidores y ciudadanos.

 

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